miércoles, 14 de noviembre de 2012

EFECTOS DE LA ADORACIÓN


 

 EFECTOS DE LA ADORACIÓN

Bendiciones para los adoradores

            

1.   Reflexión

 

     La intimidad del hombre con Dios se consigue sobre todo recorriendo un camino interior que termina en el desierto del corazón, donde al Altísimo le agrada encontrarse a solas con el hombre, protegido de cualquier obstáculo que pueda apartarlo de una situación tan propicia para la escucha y para el diálogo de amor con el que quiere bendecir siempre al hombre. Por eso, las condiciones para una buena adoración y un buen encuentro con Dios han de ser sobre interiores y espirituales, pero también ayuda el aislamiento de tantas voces exteriores que pueden distraer y hasta interrumpir el encuentro íntimo y silencioso del hombre con Dios en la adoración.

     Es normal que las bendiciones que Dios derrama en los tiempos de adoración alcancen en primer lugar a los propios adoradores, siempre que éstos estén en condiciones de recibirlas. Son los que están en primera fila y sus corazones son los primeras puertas que se abren ante la llamada del distribuidor de los tesoros celestiales. Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2,4), pero también que sean alcanzados ya ahora por su oferta universal de vida, y ¿qué ocasión mejor para hacer llegar sus tesoros a los hombres que el encuentro íntimo y profundo en la adoración?

    El cristiano que adora “en espíritu y en verdad” (Jn 4,24) se presta a una relación profunda con Dios durante la adoración, donde todo su ser está en actitud de sometimiento, entrega, admiración, pobreza, anonadamiento... por la presencia y la majestad de Dios. Se olvida de sí mismo para dejarse mover por el Espíritu que lo empuja más hacia el Trono ante el que la adoración celestial no se interrumpe y adquiere su verdadera dimensión y calidad. Entonces se pone al alcance de las mayores e impensables bendiciones con que el Señor agracia a quienes se postran ante él de corazón

  

2.   Testimonios – Palabra profética

 

v  Pueblo mío, estáis ocupando el lugar adecuado. Cuando estáis postrados delante de mi Hijo, en mi corazón de Padre no queda nada que no se enternezca, tocáis las fibras más sensibles de mi amor, y las compuertas del cielo se abren de par en par para derramar mis bendiciones sobre vosotros. Pueblo mío, éste es el lugar que yo os tengo reservado. La adoración ante mi Hijo y la intercesión con mi Hijo es vuestra misión. iOh, si hoy entendierais esto, mi Israel!

v  Grandes  bendiciones derramo sobre vosotros cuando estáis postrados  ante mí. Un gran regalo os doy cada día al haceros participes de la gloria de mi trono, del gozo de mi presencia,  de mi amor,  de la paz que pongo en vuestros corazones.

v  Cuando  estáis postrados ante mi presencia, cuando estáis con un corazón contrito y humillado,  yo os levanto hasta mí, voy transformando vuestras vidas, voy quemando vuestras basuras, voy limpiando vuestras impurezas, os voy santificando. Es un momento cumbre en vuestras vidas, es un momento en que yo me doy por entero cuando las criatura os postráis ante el Creador con todo vuestro ser, con toda vuestra humildad. Entonces derramo todas mis bendiciones sobre vosotros.

v  Mi Padre, vuestro Padre, os mira con ternura, os mira a cada uno con amor cuando os ve postrados en adoración a mis pies. El amor de mi Padre os está  envolviendo. El silencio de vuestro corazón os invita a oír mi voz en él. Mi Padre os bendice, mi Padre os ama porque me amáis y me adoráis a mí.

v  Visión de un objeto muy brillante, como una piedra preciosa. Palabra: Un gran tesoro he puesto en vuestras manos, es el tesoro de la adoración y de la intercesión, cuidadlo, amadlo. Cuando os postráis en adoración el corazón del Padre se estremece y sus bendiciones se derraman sobre vosotros. Lugar santo es el que pisáis y santos quiero que seáis vosotros.

v  Durante la adoración: visión de una lluvia luminosa que está cayendo sobre los adoradores. Al pedir interpretación sobre su significado, hay una palabra que dice: Son las bendiciones que derramo cuando estáis postrados ante mí. No importa que no las veáis, ellas siguen derramándose sobre cada uno. Esa lluvia sigue empapándoos y transformándoos.



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